Al regresar de mi
misión, he descubierto la dificultad de mantener los niveles altos de una vida
espiritual y justa. De vez en cuando, pienso en mi disciplina y diligencia como
un misionero de tiempo completo y me pregunto por qué es tan difícil sostener
esos costumbres ahora. En particular, me pesan mucho las tantas bendiciones y
oportunidades que el Señor me ha dado aun cuando siento que no estoy cumpliendo
bien con todos sus mandamientos. A veces me preocupo que las bendiciones se
vayan a cesar si no me los merezco.
Un día, al pensar
en todo eso, encontré una escritura bonita en Lucas 17:3-4 que me dio consuelo.
Jesucristo estaba enseñando a sus discípulos, y Él dijo: “Mirad por vosotros
mismos; si tu hermano peca contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti,
diciendo: Me arrepiento, perdónale.”
Cuando yo era niño,
mi papa siempre me decía: “Nunca te voy a pedir hacer nada que yo no estoy
dispuesto a hacer.” Al leer la escritura en Lucas, me di cuenta que nuestro
Padre Celestia trabaja en la misma manera. Nunca nos pediría perdonar a los demás
vez y otra vez a menos que Él estuviera dispuesto a hacer lo mismo.
Nadie tiene que
preocuparse de arrepentirse demasiado. El Señor nos va a perdonar cada vez que nos
arrepentimos sinceramente. Sin embargo, tenemos que preocuparnos por nuestro
progreso y por nunca rendirnos. Recuerdo una vez que yo estaba desanimado. Me arrodillé
y le prometí a mi Padre Celestial que nunca abandonaría a Él o el evangelio. No
importa lo que pasara, seguiría intentando por toda mi vida. Creo que si
decimos eso y vivimos así, siempre estaremos yendo en la dirección correcta. Estoy
tan agradecido por el perdón de Dios que he sentido en mi vida.
P.S. Esta semana recibi una ofrenda de trabajo como interno en Boston durante el invierno! Entonces, espero visitar Lancaster, York y Pittsburgh durante esos meses!
Unos amigos y yo asistimos a un concerto en BYU este fin de semana |