Sunday, October 9, 2016

Somos los cuatro mil

 Estos días, escribo y pienso mucho en cómo el Señor nos ayuda pasar por circunstancias ocupadas y difíciles. Eso es porque ahora mismo me encuentro en una temporada muy ocupada y difícil de mi vida.

En el nuevo testamento, leemos la historia de Cristo cuando Él dio de comer a los cuatro miles. Cuando un grupo de discípulos había estado con Él por muchos días, Él siente simpatía por su hambre y quiere darles algo de comer antes de salir. Las escrituras dicen:

“Y sus discípulos le respondieron: De donde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? Y les preguntó: Cuantos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud… Y comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete cestas.”

Aunque sus discípulos se preguntaban y dudaban en que si se pudiera, estaban equivocados. Cristo no tiene limitas de tiempo, espacio ni recursos. En lo que parecía  una situación imposible, Cristo realizó un milagro.

En mi vida, con frecuencia, me encuentro en situaciones donde parece que no pueda cumplir todos mis deberes al Señor y todavía cumplir con mis responsabilidades cotidianas. A veces, parece difícil terminar mis tareas, exámenes y trabajos y todavía pasar tiempo leyendo las escrituras, haciendo mis oraciones y asistiendo al templo. Sin embargo, creo que en esta situación, me semejo a los discípulos de Cristo. No puedo ver cómo el Señor me va a ayudar a cumplir todas estas cosas, pero sí estoy preocupándome por un examen, el Señor me puede ayudar a usar mi tiempo más eficazmente, tener habilidades mentales mejores o aun adivinar las respuestas correctamente supongo (: Yo sé que estas cosas son verdaderas porque al leer las escrituras y asistir al templo aun con un horario bien ocupado, el Señor me ha ayudado priorizar mi tiempo y tener éxito en una manera que nunca hubiera podido solo.


Cada uno de nosotros tenemos que confiar en que el Señor puede ver cómo van a funcionar todas las partes de nuestras vidas. Si no le seguimos, nunca sabremos las bendiciones que Él nos habría dado. Si obedecemos los mandamientos y nos comunicamos con Él frecuentemente, Él siempre va a aceptar nuestra ofrenda tanto pequeña que sea y nos dará un banquete.
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