En el nuevo testamento,
leemos la historia de Cristo cuando Él dio de comer a los cuatro miles. Cuando
un grupo de discípulos había estado con Él por muchos días, Él siente simpatía
por su hambre y quiere darles algo de comer antes de salir. Las escrituras dicen:
“Y sus discípulos le
respondieron: De donde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?
Y les preguntó: Cuantos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a
la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo
dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante;
y los pusieron delante de la multitud… Y comieron y se saciaron; y recogieron,
de los pedazos que habían sobrado, siete cestas.”
Aunque sus discípulos
se preguntaban y dudaban en que si se pudiera, estaban equivocados. Cristo no
tiene limitas de tiempo, espacio ni recursos. En lo que parecía una situación imposible, Cristo realizó un
milagro.
En mi vida, con frecuencia,
me encuentro en situaciones donde parece que no pueda cumplir todos mis deberes
al Señor y todavía cumplir con mis responsabilidades cotidianas. A veces, parece
difícil terminar mis tareas, exámenes y trabajos y todavía pasar tiempo leyendo
las escrituras, haciendo mis oraciones y asistiendo al templo. Sin embargo,
creo que en esta situación, me semejo a los discípulos de Cristo. No puedo ver
cómo el Señor me va a ayudar a cumplir todas estas cosas, pero sí estoy
preocupándome por un examen, el Señor me puede ayudar a usar mi tiempo más
eficazmente, tener habilidades mentales mejores o aun adivinar las respuestas
correctamente supongo (: Yo sé que estas cosas son verdaderas porque al leer
las escrituras y asistir al templo aun con un horario bien ocupado, el Señor me
ha ayudado priorizar mi tiempo y tener éxito en una manera que nunca hubiera
podido solo.
Cada uno de nosotros
tenemos que confiar en que el Señor puede ver cómo van a funcionar todas las
partes de nuestras vidas. Si no le seguimos, nunca sabremos las bendiciones que
Él nos habría dado. Si obedecemos los mandamientos y nos comunicamos con Él frecuentemente,
Él siempre va a aceptar nuestra ofrenda tanto pequeña que sea y nos dará un
banquete.
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