En el mundo hoy,
hay muchas personas que son miembros fieles de la iglesia y hay muchas personas que
critican todo lo que creemos y enseñamos. A veces se puede ser difícil a entender
como la misma cosa que nos trae felicidad y paz a nosotros se enoja a otros.
En Lucas
11:34-35, el Salvador tenía una respuesta profunda para esa pregunta: “La lámpara
del cuerpo es el ojo; pues si tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está
lleno de luz; pero si es malo también tu cuerpo está en tinieblas. Mira, pues,
no sea que la luz que hay en ti sea tinieblas.” Yo creo que el Salvador estaba
enseñando a sus discípulos que el mensaje glorioso del evangelio evocaría
respuestas ambos positivas y negativas en aquellos quienes lo escucharan.
Un fin de semana,
antes de la conferencia general, tuve muchas cosas para terminar para la
escuela. Al acostarme tarde esa viernes, me puse enojado. Pensé que fuera
injusto tener que guardar el día de reposo y leer mis escrituras y también ver
diez horas de la conferencia general durante un fin de semana bien ocupado. En
ese momento, mi ojo estaba malo. Para mí, los principios bellos de la lectura
de las escrituras y el día de reposo y revelación de una profeta viviente se parecían
obstáculos. Estos pensamientos me llenaron con tinieblas. Solo al principio del
próximo día, empezó a cambiar mi perspectiva y obtuve un mejor agradecimiento para
estos elementos espirituales en mi vida.
Cada uno de nosotros
vamos a tener tiempos cuando los partes más increíbles del evangelio se van a parecer
amargos a nosotros. El Señor nos enseñó que eso ocurriría. Pero Él también nos proporcionó
una manera de escape: “Si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte
alguna de tinieblas, será todo luminoso.” Para ver el evangelio claramente,
tenemos que eliminar cualquier cosa oscura de nuestras vidas—codicia, envidia,
lujuria, orgullo, etc. Con estas cosas en nuestras vidas, corremos el riesgo de
criticar los principios verdaderos que nos traerían lo más felicidad. Sin estas
cosas, siempre vamos a poder ver claramente lo que más importa.
Mis sobrinos y yo en el parque de atracciones de Universal Studios |
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